viernes, 29 de octubre de 2010

Manifiesta

Hace ya un tiempo nos dimos cuenta de que las manos que teníamos en lugar de servirnos solo para golpearnos, servían para hacernos caricias, para abrazarnos, para escribir paredes, para pintarnos los labios, y para cagar a trompadas a quien mierda se nos pusiera en frente. Somos intolerantes, histéricas, imbancables, lindas, orgullosas, tiernas, y tenemos el don de mirar con cara de ojete todo el tiempo a todo el mundo. Te queremos. Pero no confiamos en vos. ¿Conoces el rio? ¿Conoces la barda? Son relieves que del silencio nos enseñaron la humildad de la piel negra, del barrio de metal, y la locura del inventarte la diversión donde todo es silencio. Sabemos que hay muchas y muchos afines. Escribir es algo irreversible. Lo dicho, lo escrito, es eterno, ya no se puede cambiar. Nosotras asumimos ese riesgo. El momento, instante, en donde somos totalmente sinceras es con nosotras, con nuestro vínculo, que también es eterno, en la medida en que unimos nuestras palabras. Entonces nuestras palabras, y en consecuencia nosotras, somos eternas, irreversible, riesgosas, sinceras, eternas, infinitas, plurales. Catarsis para conectar, armar redes inconformes, poesías sin metáforas. Nos gusta reírnos de nosotras, somos autodestructivas, hacemos análisis, y nos quejamos de nuestras psicólogas que son tan amigas como nosotras.

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